Corren los años 60.
Fuertes músicos de jazz como el
trompetista Miles Davis y el saxofonista John Coltrane invaden con sentimiento
los escenarios experimentando las más
variadas influencias musicales.
Y a mediados
de esta década, cuando un grupo de músicos se reúnen para actuar en los
festivales de Jazz de Buenos Aires al mejor estilo de “New Orleans”, surge la
legendaria, carismática y ya mítica orquesta, “La Porteña Jazz Band”.
En un
escenario ubicado en el microcentro de la ciudad, bajo los sofocantes y
potentes reflectores suena en la atmósfera, “Feeling”, interpretado por la
orquesta.
El humo como
niebla abusadora se entremezclaba entre la muchedumbre.
La mujeres con vestidos de talle alto que destacaban las
piernas cubiertas por medias de colores
y otras laminadas de encaje o caladas. Distintos atuendos con importantes
recortes, algunas sobresalían por los brillos.
Sus ojos
delineados bien resaltados, invitaban al deseo; sus extremidades cubiertas con alhajas de estilo renacentista y peinados
batidos eran parte del cuadro.
Los hombres
algunos con trajes de prototipo italiano, otros con pantalones más estrechos,
solapas empequeñecidas y cobartas.
Todo el gentío
no pudo dejar pasar desapercibido aquella distinguida presencia,
primordialmente las mujeres, cuyas miradas seductoras lo acompañaban al pasar.
Encendió un cigarrillo
y la colilla pareció unirse a su labios. Su mirada cautivadora las enceguecía,
su postura noble, su caballerosidad.
Siguió
avanzando hasta conseguir un trago, la música seguía resonando, se apoyó sobre
la barra, todas las miradas lo perseguían y él lo sabía, esto lo enaltecía aún
más.
Meditativo y
un poco exhausto dejó escapar un suspiro, anhelando poder encontrarla, ella ya
había nacido, pero era demasiado pequeña, el destino aún se tomaría dieciséis años
para fusionar aquellas almas en un
enlace perpetuo.
Macarena Traversa
Macarena Traversa
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