martes, 16 de abril de 2013

Vengo de ahi... de donde nace el arco iris.

Desnuda casi blanca, sutil pureza de un alma sin vivencias y exposiciones pero con la experiencia de vidas pasadas.
Vengo de ahí...
Donde no existe la dualidad, donde todo simplemente es.
Y cuando nace un arco iris, algo mágico se produce, como si se nos otorgara la posibilidad de renacer, de resurgir, de darle un nuevo comienzo a nuestra vida; porque su nacimiento tiñe el cielo de colores, como una enorme pincelada distinta y única para quien la observa.
Y la naturaleza toda lo advierte extasiada de fascinación, casi delirio.
Vengo de ahí... 
Y lista para aventurarme percibo un rayo de luz solar que busca refugio en mi pecho como queriendo atraversarlo, cálido, intenso. No hago más que tomarlo con mi dedo índice y pulgar y lo desplazo hacia un costado y continua con su recorrido precisamente hacia un grupo de coloridos pensamientos.
No vengo ni de la cigüeña, ni de un repollo.
Vengo de ahi... de donde nace el arco iris.

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